martes, 18 de enero de 2011

Cisne Negro

Darren Aranofsky es un viejo conocido de este blog. Si bien siempre se le suele situar un escalón por debajo de la nueva hornada del último Hollywood (Fincher, Anderson, Nolan), esta claro que no lo está si hablamos en términos de ambición. Si hay algo que no puede achacársele a Aranofsky es falta de pretensiones.
Tras su espiral megalomaniaca y particular bajada a los infiernos culminada en La Fuente de la vida y su posterior redención con la que, probablemente se trataba de su cinta más austera y a la vez más brillante (El Luchador), los aficionados al cine del director americano (entre los que me encuentro) nos preguntábamos por donde diablos nos saldría esta vez. La respuesta a esas inquietudes el El Cisne Negro.



Todo parecía indicar que El Luchador era un claro indicio de cierta llegada a la madurez de su director. Madurez que se evidenciaba en una sencillez y ausencia de retorica que contrastaba con el barroquismo habitual de Aranofsky. Sin embargo en este Cisne Negro vuelve el barroquismo y vuelve la temática más habitual en el director neoyorquino. Esto es, el thriller psicológico. Si hay algo que no se le puede negar al director es que, es probablemente el director actual que mejor refleja una mente atormentada. Y es que, ni más ni menos, eso es Cisne Negro, la radiografía de una mente perturbada. Perturbada por una presión psicológica ejercida en todas direcciones alrededor de la protagonista.



Y aunque esto pudiera parecer un paso atrás, resulta ser todo lo contrario. Porque si bien vuelve a sus temas de siempre y a una realización formal de nuevo mucho más elaborada, la madurez se ha quedado. Y es que, sin lugar a dudas Cisne Negro es la película más equilibrada de Darren Aranofsky. Este descenso a los infiernos de una aspirante a bailarina estrella da como resultado una película visualmente hermosa y a la vez muy oscura pero nunca gratuita. Sus bellas y claustrofóbicas imágenes siempre tienen un sentido. Oscuro es el tono, y opresivo el ambiente. Realmente, viéndola a uno le viene a la cabeza Roman Polanski ya que sus planos destilan el mejor estilo del director de origen polaco y en el que el personaje de la madre (muy convincente Barbara Hershey) oprime y reprime en todos los sentidos a su hija. Es como si pudieramos ver al Norman Bates de Psicosis antes de que su madre muriera.



Mención a parte tiene la interpretación de Natalie Portman, en el que seguramente sea el mejor papel de su carrera. Llevando al extremo su físico (en la película muestra una extrema delgadez) y ante un papel que pone muy facil caer en el histrionismo, la Portman responde con un ejercicio de mesura y contención que, salvo que ocurra una hecatombe, le va a llevar a conseguir su primer Oscar.
En definitiva, una película compleja y oscura, intensa y barroca que nos adentra en una espiral de intensidad de una belleza incuestionable y que nos depara un desenlace que nos ofrece, con permiso de Michael Powell, algunas de las escenas de baile más hermosas que se hayan filmado.

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Cisne Negro (2.010)
Dirección: Darren Aranofsky
Guión: Mark Heyman, Andres Heinz y John J. McLaughlin
Fotografía: Matthew Libatique
Musica: Clint Mansell
Interpretes: Natalie Portman, Mila Kunis, Vincent Cassel, Barbara Hershey

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