sábado, 28 de diciembre de 2013

El espectáculo debe continuar

Es muy complicado entender lo que supuso en su estreno Ser o no Ser. Para bien o para mal, no podemos comprender cual era el contexto social en el que se estrenó por muchas crónicas que leamos y por tanto es muy difícil saber cuál fue su verdadero impacto y cuan valiente pudo llegar a ser Ernst Lubitsch (o no) al afrontar un proyecto como éste. Cuentan que en algunos de su primeros pases muchos espectadores se levantaban indignados (incluido el propio padre de Jack Benny) por la supuesta visión frívola que se mostraba de una amenaza tan real en aquel momento como era el Nazismo. Hacer burla de alguien tan temible como Adolf Hitler en pleno 1942 era percibido como un gesto de profundo humor negro. Hacía menos de un año que Estados Unidos había entrado en la guerra y gran parte del público no entendió (o no quería entender) el sentido satírico de la cinta que, para más inri, estaba dirigida por un judío alemán.





Partiendo entonces de la imposibilidad de entender la original dimensión moral de la película, solo nos queda elucubrar sobre ella. Para poder hacerlo, el paralelismo más claro lo encontramos en El Gran Dictador (1940), la otra gran sátira del Nazismo que se realizó durante la Segunda Guerra Mundial. La película de Chaplin se estrenó un año antes del ataque a Pearl Harbour y por aquel entonces, Hitler no estaba mal visto en la sociedad norteamericana, que le consideraba como un “mal necesario” que servía de contrapeso al auge del Comunismo. Chaplin recibió presiones al igual que Lubitsch, pero diametralmente opuestas, juzgándole de Comunista en diversos medios de comunicación de la época. La tenacidad del director le permitió acabar y estrenar la película, pero aún así el propio Chaplin, años después, declararía que si hubiese sido consciente del horror que supondría la Segunda Guerra Mundial y la crueldad con la que los nazis aplicaron sus brutales teorías racistas, no la habría realizado.
Es obvio que en el momento en que Ser o no Ser se realizó, nada se sabía en los países aliados sobre lo que realmente estaba ocurriendo en el Guetto, pero es difícil que no te recorra un escalofrío al observar la idílica y aséptica reconstrucción en estudio de la Varsovia ocupada que nos muestra la película.




Aclaremos que no quedan dudas sobre la original intención satírica de la cinta. Al fin y al cabo, de eso trataba el “toque Lubitsch”. Aún 70 años después, ese toque resplandece al observar la película, que funciona como el mecanismo de un reloj suizo, con sus punzantes diálogos y el ritmo endiablado de ese gran guiñol, marca de la casa, en el que nada es lo que parece y en el que la confusión entre realidad y ficción siempre está presente tanto para el espectador, como para los propios personajes de la historia. Un juego de las apariencias que fue una constante en el cine de Lubitsch y que se puede rastrear en obras tan tempranas como su brillante El Abanico de Lady Windermere (1925) en el que el papel de la Gestapo la tomaban las brujas cotillas de la aristocracia inglesa de finales de Siglo. Está claro que la dimensión formal de la película es irreprochable y aún hoy no ha perdido ni un ápice de su efectividad. Es inevitable reírse a carcajadas ante sus locos y surrealistas (a ratos) diálogos, pero también es difícil que no se te quede la sonrisa helada al observar sus bombardeos de cartón piedra en los que parece que nunca nadie resulta herido.
Lubitsch se hartó de aclarar que su sátira iba encaminada a denunciar la estupidez del discurso Nazi pero yo me pregunto qué debió pensar cuando los Aliados entraron en Polonia y llegaron las primeras imágenes de Auschwitz. ¿Realmente sintió algo parecido a lo que sintió Chaplin y hubiera deseado haber hecho las cosas diferentes? ¿O sin embargo lo vio como un gaje de oficio parapetándose en esa máxima tan teatral de “El espectáculo debe continuar”? Desgraciadamente, Ernst Lubitsch murió demasiado joven como para que Jacques Rivette le interrogara adecuadamente y pudiéramos salir de dudas.

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Ser o no ser - To be or not to be (1.942)
Dirección: Ernst Lubitsch
Guión: Melchior Lengyel, Edwin Justus Mayer, Ernst Lubitsch 
Montaje: Dorothy Spencer
Interpretes: Carole Lombard, Jack Benny, Robert Stack, Felix Bressart

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